El caballero de la mano en el pecho óleo sobre lienzo 81, 8 x 65, 8 cm Madrid, Museo Nacional del Prado
Este retrato no solo muestra la fisonomía del hombre , sino que captura la esencia de su posición y sus ideales. Representa al caballero cristiano , según la concepción de la retratística de los Austrias españoles . El pintor ingeniosamente , ha introducido un elemento narrativo . El personaje se representa en el momento de hacer un voto. El gesto de llevarse la mano derecha al corazón indica no solo pío respeto , sino también una declaración de intenciones que ha de ser mantenida como cuestión de honor. La espada desenvainada proclama su compromiso a prestar juramento o hacer voto solemne de combate para defender la palabra de Dios . Si bien no conocemos su identidad , su nobleza y su altivez se reflejan en las cejas enarcadas y la mirada imperturbable , en el refinamiento de los rasgos . Los dedos delgados y sinuosos de la mano elegantemente extendida significan que están muy lejos de ser alguien excluido de las órdenes militares por sustentarse " por el trabajo de sus manos " , o desempeñar " oficios mecánicos ". Su aspecto inmaculado y su atuendo, con cadenas y colgantes de oro y plomo de la espada finamente labrado y dorado, dan fe de su riqueza y su superioridad social. Sin embargo, su elitismo está templado por la virtud y su mente puesta en cosas más altas . Aunque su ojo derecho nos mire fijamente, más que detenerse en nosotros nos atraviesa. Pero este noble caballero cristiano , su fortaleza es en última instancia la expresión de su entrega a Dios, idea realzada por el hecho de que el otro ojo, de párpado caído , mire hacía abajo , indicando que el caballero medita sobre la gravedad de su empresa. En ello se revela su prudencia y su templanza . Es inconcebible que este hombre actúe impetuosamente . Su aspecto es ascético ; su complexión pálida . Tiene las mejillas descarnadas y los dedos flacos . Tampoco se adorna con galas vistosas , y el decorado es parco, sin ninguno de los accesorios convencionales, cortinas, bufete o arquitectura clásica . Pardójicamente es su misma ausencia lo que proclama la renuncia del caballero a las vainidades. Su autodisciplina se evidencia también en su actitud, que no es lánguida ni desenvuelta , sino impasible y distante. Sus gestos son rituales, no son de la vida cotidiana.
Al pintar este retrato, El Greco no solo ha seguido las fórmulas del decoro caballeresco , sino que también ha revelado la esencia de su ritual a través de su manejo de la pintura . Así, ha escogido un punto de vista centrado con el ojo de la derecha y a su altura, de forma que el espectador no se encuentra simplemente cara a cara con el caballero, sino mirándole a los ojos.
También en la composición hay un énfasis marcado en la centralidad y la simetría . El copete de pelo , la nariz y la punta de la barba marcan el eje central , de que se hacen eco las verticales de los lados de la cabeza y la empuñadura de la espada.
Bibliografía : El Greco , Edic Museo Nacional del Prado, Madrid
Tamara Tamaral
19-10-2014
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