martes, 27 de diciembre de 2016

GITANA BAILANDO EN UN JARDÍN MARIANO FORTUNY

GITANA BAILANDO EN UN JARDÍN 1870-1872
Gitana bailando en un jardín
óleo sobre lienzo 56 x 46 cm
Colección particular



Esta obra pertenece a ese grupo de pequeñas e intimistas escenas , ambientadas de distintos modos en el jardín de su casa , que caracterizan la producción de género de Fortuny en estos momentos.
De pequeño formato y protagonizadas por figuras elegantes que se nos muestran muy próximas a través de la perfecta plasmación de sus gestos y fisonomía , estos fragmentos de vida mundana o popular parecen brotar de una actitud apacible y alegre del artista , que traduce en el lienzo los mil eventos sin historia de la realidad de cada día.

Esta característica define también los tonos de esta airosa composición , en la que una joven gitana está bailando en un jardín ante una pared encalada tipícamente anadaluza mientras, en la zona de la derecha , una pareja sentada parece " arrancarse " cantando, acompañándose la maja por las inevitables castañuelas. En primer plano se esboza una fuente con contornos decorados por azulejos de clara inspiración árabe, y, al fondo, apreciamos varios tiestos plagados de coloristas flores y el jarrón nazarí - al que faltaba el gollete y las asas- que parece ser que el artista compró en una oscura taberna en el barrio granadino del Albaicín , y que destaca nítidamente entre los naranjos.

Es excepcional el amplio juego de perspectivas , minuciosamente construido a base de líneas en diagonal y a través de los vibrantes toques de color , que dirige nuestra mirada , desde la izquierda , hacia el lateral derecho del cuadro , donde se encuentra la pareja de cantantes sentada ; éstos, junto al jarrón y los naranjos , son los verdaderos protagonistas de la composición. Delicadamente fundida con los elementos naturales y casi desgranada por la luz , la escena adquiere de hecho , el tono de una fábula literaria donde, sin ninguna pretensión de crítica social o de costumbres , toma forma el mundo andaluz y mediterráneo.

El preciosismo del maestro - que se puede apreciar en algunos detalles como los tiestos o el traje de bailaora- se conjuga con una pincelada rápida con la que consigue una sensacional calidad de atmósfera, que diluye los contornos de los rostros - técnica que ,antes que él , ya frecuentaba Velázquez. En esta ocasión , no se detiene en las descripciones minuciosas : la vegetación , el suelo , la fuente y la tapia, deslumbradamente blanca - leiv motiv, fundamental para el artista - están determinadas a través de fuertes y valientes manchas de tonos de gran intensidad , con una clara intención de indefinición de las formas.




Jardín de la casa de Fortuny
óleo sobre tabla 40 x 27 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid

En Jardín de la casa de Fortuny, otra vez el artista vuelve a pintar el encantador jardín que tenía en su casa . Para Fortuny en estos momentos pintar significaba seguir sintiendo el impulso vital y éste, se desarrollaba , en mejor medida , desde su casa, desde su taller y su jardín .

Aunque el artista estuvo en Granada hasta avanzado el mes de octubre de aquel año , dejó la tabla inacabada . Años después , seguramente en 1877 , su cuñado Raimundo de Madrazo , completaría la pintura , introduciendo en ella a Cecilia, elegantemente vestida y portando una sombrilla de color rojizo.

La extremada verticalidad de la escena viene determinad por los árboles -cipreses- que tienden a crear un efecto ascendente . El protagonismo de la vegetación continúa en un amplio seto de boj, en las plantas trepadoras y en las malvas reales , flores muy del gusto de Fortuny , para las que realizó varios apuntes.  Esta vegetación de colorido cambiante , que contrasta vivamente sobre la blanquísima tapia y el despejado cielo , es observada con atención natural y plasmada con una frescura y viveza que anuncian la mejor etapa de su época.

Arranca a este pequeñísimo jardín sugestivas apariencias traducidas sobre el lienzo con ríquisimas cualidades que constituyen una auténtica fiesta para los ojos y cuya magia ejerce una poderosa seducción : grises, verdes, azules , rosas, amarilos-materia ligerísima y la luz sutil de la caída de la tarde conviven con pinceladas pastosas y claridad de pleno sol . Los colores están aplicados por toda la superficie con generosas y fuertes pinceladas y manchas de tono de intensidad similar, con una clara intención de definir las formas .Presenta todos los elementos del jardín con una minuciosidad casi caligráfica : las piedras, los guijarros del suelo , la textura de las plantas , los árboles o los tiestos , que contratan con la soltura que aplica en otras partes del cuadro , como el cielo o la tapia , en la que se proyectan las sombras coloreadas , logrando conjugar dos estilos aparentemente opuestos para crear una fórmula muy personal.

Los trazos del pincel -nerviosos , abiertos y con toques rápidos -sustituyen el barrido largo y modelado , y consiguen " cazar " literalmente los reflejos solares , tamizados a través de la exultante vegetación , interpretando simultáneamente , la vibración , el movimiento de este pequeñísimo mundo circundante

Tamara Tamaral
27-12-2016

Bibliografía : Fortuny Museo Nacional de Arte de Cataluña

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