domingo, 28 de octubre de 2018

JARRÓN CON DOCE GIRASOLES VINCENT VAN GOGH

JARRÓN CON DOCE GIRASOLES  1888


Jarrón con doce girasoles 
Óleo sobre lienzo, 93 × 72 Scm
 Neue Pinakothek, Múnich, Alemania




Van Gogh empezó a pintar Los girasoles a finales de verano de 1888 y continuó durante el año siguiente. Su casa en Arlés tenía la fachada pintada de amarillo; eso, junto con el ardiente sol mediterráneo del sur de Francia, le inspiraron para elaborar esta serie. Los cuadros están estrechamente ligados a la amistad entre Van Gogh y Gauguin,4 hecho que se demuestra porque uno de los cuadros fue a decorar la habitación de Gauguin. Por otro lado, su amigo le hizo un retrato pintando los girasoles, conservado en el Museo van Gogh de Ámsterdam. El motivo inicial de los girasoles era meramente decorativo, Vincent quería decorar su casa ante la inminente llegada de su amigo, y eligió un motivo que aunaba la belleza con la evocación de la naturaleza, además de que le permitía plasmar su color preferido, el amarillo.5

Con la esperanza de llegar a vivir con Gauguin en nuestro estudio, quiero pintar una serie de cuadros. Nada más que grandes girasoles... Si llevo a cabo mi plan, pintaré una docena de cuadros. El conjunto es una sinfonía en azul y amarillo. Trabajo todos los días desde que sale el sol. Porque las flores se marchitan enseguida y hay que pintarlo todo de una vez.
Carta a Theo nº 526

Las pinturas muestran girasoles en todas las etapas de su vida, desde plenamente en flor hasta que se marchitan. En su día fueron innovadoras en el uso de todo el espectro del color amarillo, que Van Gogh empleó en una gama cromática conjunta con naranjas, ocres, marrones y beiges. El color está aplicado con pinceladas fuertes, agresivas, en pequeños toques salteados, destacando la plasticidad de la pintura, que crea un fino relieve en la tela, para dar volumen a los girasoles. Para resaltar el amarillo y el naranja, empleó verde y azul cielo en los contornos, creando un efecto de suave intensidad lumínica...




Tamara Tamaral
28-10-2018

Bibliografia : ForoXerbar 

lunes, 6 de agosto de 2018

ALEGRIAS JULIO ROMERO DE TORRES

ALEGRIAS 1917

Alegrías. . Óleo sobre lienzo 161 x 157 cm.
 Museo Julio Romero de Torres.





Desde 1916 Romero de Torres vive en Madrid, incorporándose al ambiente cultural de la capital: se hace socio del Ateneo, asiste al Círculo de Bellas Artes y frecuenta las tertulias, donde vive intensamente la discrepancia entre sus amigos los escritores -modernistas, con Valle Inclán a la cabeza, frente a los representantes de la Generación del 98-. Romero se siente más cercano a los modernistas y se relaciona con Valle Incán, Jacinto Benavente, los hermanos Antonio y Manuel Machado, Francisco Villaespesa y Sebastián Miranda.

Su afición y devoción por el cante flamenco lleva a Romero a convertir este tema en uno de los ejes de su producción, como podemos observar en esta obra titulada Alegrías. Romero afirmaba que de no haber sido pintor se habría cambiado sin dudarlo por el cantaor Juan Breva. El maestro conocía intensamente el mundo del flamenco y ésa es la razón por la que lleva este tema a los lienzos con genial maestría.

La modelo empleada por Romero es la gitana "bailaora" catalana Julia Borrul. El hombre que toca la guitarra es un gitano, pero las manos son de Rafael, el hijo del artista. De las tres mujeres del fondo, la adornada con una flor en el pelo es la gitana Amalia. La composición es atravesada por la enigmática figura hierática de una joven tumbada, al modo clásico. No participa en la escena y permanece ajena a lo que se desarrolla a su alrededor. La joven no es otra que la hija del pintor, Amalia Romero. La otra zona de la composición es claramente vertical, como si de un tablao flamenco se tratase, aunque al fondo observamos el río y la lejanía, iluminados por la última luz del día.

Resulta curioso los recargados ropajes y el hermetismo de la composición en un cuadro sobre el baile flamenco, acostumbrados a escenas más tipistas. La razón debemos buscarla en que el cante flamenco por "Alegrías" tiene en Córdoba un tinte majestuoso y serio; por eso, Romero de Torres trata la escena con un hondo sentimiento místico, mostrando el clasicismo que existe en el cante. Así, la figura femenina de primer plano transmite un profundo sentimiento en su sereno rostro, acentuado por el dibujo que con sus manos y su cuerpo hace del baile que interpreta. De esta manera, Romero eleva el cante hondo a temática pictórica.




Tamara Tamaral
6-08-2018

Bibliografia : ForoXerbar

viernes, 13 de julio de 2018

LA TIA LUISA IGNACIO ZULOAGA

LA TIA LUISA

La tia Luisa
óleo sobre lienzo
Colección Mafre




Pntor español. Nació en el seno de una familia de artistas y recibió de su padre una primera formación básica, completada más tarde en Italia y en París, donde se relacionó con figuras de la talla de Gauguin, Degas y Puvis de Chavannes.
Su vida se caracterizó por frecuentes cambios de domicilio, que le llevaron a residir en París, Segovia, Andalucía, Madrid y Zumaya. Fascinado por la imaginería popular (tauromaquia, bailarinas de flamenco), más tarde eligió como tema de sus pinturas diversas escenas de la vida cotidiana, a menudo festivas o religiosas, que plasmó con una paleta oscura, fuertes dosis de realismo y un gran sentido dramático.
En su estilo pueden observarse las huellas del influjo de El Greco, Velázquez y Goya, como puede observarse en uno de sus cuadros más celebrados, El enano Gregorio. El tema de El enano Gregorio se inspira en los maestros del siglo XVII, en Velázquez principalmente. En esta época, los enanos y las personas que presentaban algún tipo de anormalidad física o psíquica servían de diversión en la corte real o en el séquito de los grandes señores.



La moda en el vestir seguía su curso, siempre evolucionó a buén ritmo, pero en estos años, especialmente la femenina se hace visualmente mucho más alegre, optimista y liberada. Tienden a desaparecer los apretados corsés y otras formas molestas de realzar la figura, el avance también en la manufactura de los tejidos prodiga prendas mas ligeras, cómodas y funcionales, y el colorido y el uso de complementos se generaliza. 


Entre estos complementos el sombrero es prenda imprescincible e importante y su uso se hace extensivo tanto en las damas de toda condición como en los caballeros. Zuloaga se vió inmerso en aquel París exuberante de vida y alegría y en la obra que vemos del año 1906 cultiva con delicadeza el detalle en el vestir y especialmente en la belleza de los sombreros. Aunque suele insistir en la mantilla española a la hora de llevar a cabo muchos de los retratos que le fueron encargados a lo largo de su vida, es en las obras de estos años donde más utiliza esta otra prenda para realzar la belleza femenina. 



Así, nos sorprende con uno negro e indefinido pero lleno de sensualidad y movimiento en la Carta de 1898, vuelve a emplear esta clase de tocado en Parisienses dos años después adornando dos elegantes damas, en el que una de ellas casi con seguridad es la misma modelo que aparece en esta de la tía Luisa, comprobarlo. Del año 1907 traemos españolas y una inglesa en el balcón, la inglesa la de la derecha por el color mucho más pálido de su piel y luciendo un sombrero contagiado de los tonos oscuros y fríos de la obra. En fín, como Zuloaga hubo pocos con la facilidad y elegancia con la que "tocaba" las cabezas de sus modelos; ver tambien Retrato de actriz, 1909, Señora de Patino



Tamara Tamaral
13-07-2018

Bibliografia . Biografia y Vida

jueves, 12 de julio de 2018

PAISAJE BAJO UN CIELO AGITADO VINCENT VAN GOGH



PAISAJE BAJO UN CIELO AGITADO 1886

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Paisaje bajo un cielo agitado
Óleo  sobre lienzo.59,5 x 70 cm.
Cortesía Fondation Pierre Gianadda, Fondation Socindec. Martigny, Suiz



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En el año 1886 los llamados impresionistas expusieron juntos por última vez mientras ya se estaban desarrolando una serie de tendencias que iban más allá de los principios que habían generado éste movimiento. El propio Van Gogh estaba introduciendo un componente mucho más personal en todas sus obras, que anticipaba ya las grandes tranformaciones que desembocarían , ya en el siguiente siglo xx, en el expresionismo, el fauvismo y en el cubismo. Por eso hablamos en la entrada anterior de él como maestro de muchos aristas posteriores. 


A esta última etapa del Impresionismo se le ha dado en llamar Posimpresionismo y agrupó pintores de la talla de Seurat, Gauguin, Degas, Toulouse-Lautrec, el mismo Van Gogh y Cézanne. Continúan utilizando colores vivos y pinceladas perfectamente visibles pero tratan de transmitir algo más de expresión y emoción en sus obras, y, por supuesto, no se limitaron ya al paisaje en sí, sino a asuntos más implicados en la vida real y en la propia visión subjetiva de cada artista.




De cualquier forma, Vincent continuó hasta el final de su corta vida pintando al aire libre paisajes llenos de luz y empleando unos colores personalísimos y en consonancia con su cambiante estado de ánimo. La evolución del color, sin abordar el cambio en el tipo de pincelada, es una característica que se puede seguir con bastante nitidez a lo largo de la vida de éste artista verdaderamente experimental

No obstante, podemos observar a lo largo de su trayectoria pictórica que el empleo de trazos enérgicos y tumultuosos en las pinceladas   se deben a un estado anímico profundamente alterado 

Tamara Tamaral
12-07-2018

Bibliografia . " PinturaMadrid "



jueves, 21 de junio de 2018

EN EL ÓVALO CLARO VASSILY KANDINSKY VASSILY KANDINSKY

EN EL ÓVALO CLARO 1925
 

En el óvalo claro  Óleo sobre cartón, 73 x 59 cm.

Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. 


  

En el óvalo claro, de 1925, el número 313 de la lista manuscrita del pintor , pertenece al periodo en que la Bauhaus , dirigida por Walter Gropius , se había trasladado de Weimar a Dessau .



Ese mismo año, Kandinsky había terminado su ensayo Punto y línea sobre el plano, en el que desarrolló sus teorías sobre el significado de la forma y el color como elementos autónomos dentro de la composición. Kandinsky les hablaba a sus alumnos sobre las repercusiones psicológicas de los colores, sobre la relación entre forma y color y les enseñaba cómo debían asociar los tres colores primarios —rojo, amarillo y azul— con las tres formas geométricas básicas: el triángulo, el cuadrado y el círculo. Ahora bien, En el óvalo claro no debe ser considerada como una composición de experimentación de determinados elementos geométricos, ya que, al igual que muchas otras pinturas anteriores, esconde un significado cósmico.

La obra se expuso en la Galerie Nierendorf de Berlín en octubre de 1925, al poco tiempo de ser finalizada, y durante los dos años siguientes estuvo incluida en las exposiciones conmemorativas del sesenta cumpleaños del pintor. En 1929 viajó a Estados Unidos incluida en una muestra dedicada a Kandinsky en la Oakland Art Gallery , organizada el año anterior por la marchante y coleccionista Galka Scheyer , principal promotora del arte de los componentes del grupo expresionista alemán Los Cuatro Azules (Feininger , Jawlensky , Kandinsky y Klee). 


Tamara Tamaral
21-06-2018

Bibli0gfrafia ForoXerbar

miércoles, 13 de junio de 2018

PESCANDO MANUEL GARCIA RODRIGUEZ

PESCANDO 1907

Pescando, óleo sobre lienzo, 61 x 86,4 cm. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza


El paisajismo sevillano, como género nuevo que irrumpe en la sociedad romántica andaluza, tuvo un claro origen y punto de partida en el cultivo del denominado «paisaje de composición» y las «vistas topográficas» desarrolladas por los viajeros, visitantes ingleses y franceses en su mayoría, durante la primera mitad del siglo XIX.

Estos conceptos de entender y construir el paisaje desde el punto de vista pictórico, fueron adoptados y desarrollados igualmente por los pintores románticos locales, entre los que sobresalió por su especial capacidad Manuel Barrón y Carrillo, profesor en la academia sevillana, donde se formarán la mayoría de los pintores sevillanos de la segunda mitad de siglo, entre los que se hallaban los futuros paisajistas que asimilaron estos principios y de los que cabría mencionar a Romero Barros, Sánchez-Perrier, A. Cánovas y el mismo García Rodríguez, entre otros.

Con estos antecedentes, no ha de parecer extraño que ya entrados el siglo XX, precisamente en 1907 –año del fallecimiento de Emilio Sánchez-Perrier, compañero precoz de nuestro autor en tareas paisajísticas–, un pintor sevillano como García Rodríguez continuase con este tipo de producciones, siempre realizadas a partir de apuntes y notas del natural, luego trabajadas o reinterpretadas en el taller. En el caso de García Rodríguez se trata generalmente de obras luego ensambladas a modo de escenografía construida intencionadamente y donde se ponen en valor los elementos pintorescos a los que se de tono naturalista, al que se le incorporan algunos efectos de luz; una preocupación muy del momento en la pintura sevillana.

La escena se abre al espectador –como en Martín Rico y Emilio Sánchez-Perrier– con un primer plano de aguas y reflejos, donde un grupo de personajes, en una barca y en el embarcadero, animan y justifican la composición desde la mentalidad costumbrista. La pareja de hortelanas que atienden la barca sobre las gradas ribereñas presenta algunos detalles que informan de una atención descriptiva de los tipos: una de ellas, sentada, espera al sol cubriéndose la cabeza con el abanico desplegado, en una popular y garbosa postura andaluza. Tras ellas se abre un cancelín con trepadoras y zarzas que da entrada a un camino y a una antigua y fértil huerta a orillas del Guadalquivir, cobijada por álamos, adelfas y viejos cipreses. A la izquierda, la linde ribereña de la finca se cierra con una hilera de pitas, más propia de márgenes de veredas y lindes en la campiña, sobre la cual se sitúa el horizonte con el perfil de la ciudad, con cúpula barroca y, en último término, la Giralda.

El conjunto muestra un evidente y aleatorio resultado compositivo inspirándose en los alrededores y fincas rústicas próximas a Sevilla (lugares predilectos, junto con la pintoresca y exuberante ribera de Alcalá de Guadaíra, de los primeros plenairistas sevillanos, entre ellos García Rodríguez). Pero la valoración estricta de los efectos de la pintura al aire libre dista mucho de los objetivos de esta obra. Es más una escenografía a partir de notas, recuerdos e impresiones, también lumínicas, retenidas a partir del natural, donde predomina más lo popular, las costumbres y en general lo pintoresco, que la captación de la luz en sí misma.

De manera global, la obra paisajística de García Rodríguez viene a suponer, con respecto al paisaje de tono naturalista, lo que la pintura costumbrista de tipos y anécdotas a la pintura realista de figuras. Se trata de una pintura vinculada siempre al fenómeno comercial y social del tableautin. La escena trivial que muestra esta obra, amable de circunstancias y situaciones, envuelto en un paisaje pintoresco y teatral, viene a confirmar estas premisas.


Tamara Tamaral
13-06-2018

Fuente ForoXerbar

viernes, 8 de junio de 2018

LOS ALMENDROS EN FLOR DARIO DE REGOYOS Y VIDAL

LOS ALMENDROS EN FLOR 1905


Los almendros en flor. Óleo sobre lienzo, 46 x 61 cm.
Museo Carmen Thyssen Málaga


Los almendros en flor representa una escena del litoral mediterráneo español en los meses de enero o febrero, desconociéndose la localización exacta del lugar representado, correspondiente a Castellón de la Plana, zona a la que se desplazó en 1905, cuando residía en San Sebastián.

En este paisaje aparece, como era habitual en Regoyos, una figura humana, en esta ocasión en el centro del cuadro; es raro encontrar en su obra paisajes en los que no existan personas en ellos. Como anécdota, el autor incorpora una sombrilla de color rojo, frecuente en los cuadros impresionistas de Monet y de su íntimo amigo, Camille Pissarro.

La composición de esta obra, pintada desde la terraza de una casa próxima, está formada por líneas horizontales (de las riberas del río y del horizonte) y oblicuas (del sendero), entre las que distribuye los espacios, consiguiendo un conjunto perfectamente equilibrado. A ello une su extenso conocimiento de la técnica divisionista, que le permite conseguir un campo verde lleno de color y variedad gracias a la pincelada puntual empleada, logrando un contraste perfecto con los senderos que perdieron su manto vegetal por la circulación frecuente de carros y personas. Conviene destacar además la habilidad del pintor para conseguir la textura y color adecuados de este tipo de caminos.

La presencia de los almendros en flor denuncia el entorno climático y la zona mediterránea a la que pertenece. El conjunto de árboles es utilizado por el autor para disimular lo que existe detrás de la tapia situada a la derecha de la obra, que, sin embargo, puede adivinarse al ver emerger detrás de ellos las copas de los cipreses.

Regoyos titulaba sus obras en el dorso, a pincel, cada vez que las enviaba a exposiciones en las que él no podía estar durante su montaje, como sucede en este lienzo que al dorso tituló Amandiers en Fleur; con ello facilitaba al galerista la identificación de la obra y el precio que debía cobrar en caso de venta, pues el conjunto de cuadros iba acompañado de una relación manuscrita con títulos y precios.

Esta obra estuvo en paradero desconocido hasta el año 1986, en que participó por primera vez en una subasta pública en Francia. Por ahora se desconoce quién fue su primer propietario. Nunca fue expuesta en vida del artista en España por lo que debió de ser vendida o regalada a algún artista amigo durante la exposición de Bruselas en 1906.


Tamara Tamaral
8-06-2018

Bibliografia .ForoXerbar 

martes, 5 de junio de 2018

LA DAMA DEL ABANICO CLAUDIO SANCHEZ COELLO

LA DAMA DEL ABANICO 
La dama del abanico
óleo sobre tabla 67 x 56 cm
Madrid Museo Nacional del Prado



Este retrato de busto largo de una dama cubierta con vestido de color noguerado, lujosamente guarnecido por cadenetas doradas, con mangas rajadas y alto cuello abierto por delante a la manera flamenca, es un notable ejemplar de la retratística española del reinado de Felipe II. Para empezar, está pintado sobre una fina madera tropical de color rojizo, tal vez una caoba, un soporte realmente infrecuente en la pintura del siglo XVI. Otro elemento a destacar es el abanico plegable japonés que porta la dama, una incorporación a los usos y representaciones femeninas proveniente de Portugal, adonde llegaron los primeros abanicos orientales a finales del siglo XV. Los vínculos matrimoniales de las cortes de Madrid y Lisboa extendieron este accesorio exótico a España y a otras capitales europeas (Jordan, 2003, pp. 267-271), pasando muy pronto a convertirse en un atributo femenino y un instrumento galante propio de un elevado rango social, que se añadía -en los retratos pictóricos- a los tradicionales pañuelos o misales con que se ocuparon las manos de las retratadas. En este caso, la dama coge el abanico de manera un tanto original: sujeta su base con la mano derecha, pasándolo también por detrás de la izquierda, que aparece extendida mientras dibuja un curioso zigzag con los dedos. Cabría preguntarse si esta fórmula encerraba algún significado específico, pero no es ésta más que una hipótesis por el momento imposible de demostrar.




La disposición de los brazos, el recorte de la mano derecha y las irregularidades del perímetro ponen en evidencia que éste fue un retrato de dimensiones algo mayores, y que posiblemente fuera concebido como retrato sedente, en sintonía con algunos ejemplares pintados para efigiar a damas de alta alcurnia, creaciones de Tiziano como La emperatriz Isabel de Portugal (P415), Antonio Moro, María Tudor, reina de Inglaterra (P2108) o Alonso Sánchez Coello, La princesa Juana (Madrid, Descalzas Reales). Podría tratarse del retrato descrito en 1686 en las llamadas Piezas Pequeñas de las Bóvedas: una dama con un abanico en la mano pintado en tabla, y cuyas medidas eran similares a las del retrato citado de María Tudor de Moro o al de Felipe II con traje forrado de armiño de taller de Tiziano (P452). En la testamentaría de los bienes de Fernando VII aparece atribuida a Alonso Sánchez Coello, con una valoración de ochocientos reales, muy alta en relación con otros retratos (El caballero de la mano en el pecho, del Greco (P809) aparecía estimado en quinientos cuarenta); algo más tarde, en el inventario general del Museo de 1849, se identificó a la retratada como una infanta de España.


 Será probablemente alguna de las hermanas de Felipe II, una propuesta que se fue ignorando posteriormente pese a que el rostro de esta dama recuerda los rasgos característicos de los Austrias españoles: los ojos claros y marcados por las ojeras, la nariz en caballete, el labio inferior prominente o el pelo abundante, rizado y rojizo. Tampoco la propuesta atributiva ha encontrado una respuesta unánime. Para Breuer-Hermann, ni su técnica ni su composición se ajustan a las características de este pintor, mientras que Carmen Garrido, que lo estudió para el catálogo de la exposición que se dedicó al valenciano (donde sin embargo no llegó a incluirse) resaltó la calidad de la obra, considerando los paralelismos técnicos de este ejemplar con otros retratos de Sánchez Coello. Kusche lo ha situado entre las obras del flamenco Rolán Moys, algo que desmiente claramente la alta calidad de la pintura, recuperada tras la reciente restauración. El nombre de Sánchez Coello (1531/32-1588) parece más apropiado para explicar la resolución pictórica de la cabeza, muy descriptiva y delicada en su tratamiento, aunque esta hipótesis no pueda ser desde luego concluyente (Texto extractado de Ruiz, L. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, M

Tamara Tamaral
5-06-2018

Bibliografia .ForoXerbar

jueves, 31 de mayo de 2018

LA COCHERA RAMÓN CASAS

LA COCHERA  1906


La cotxera
óleo sobre lienzo 1,45x 1.93cm
Colección particular

Los viajes que realizó Casas fueron muchos; y a ellos se refiere a menudo en la abundantísima correspondencia que cruzaba con sus amigos, entre ellos otro fenómeno del modernismo, Miquel Utrillo. A éste contaba, por ejemplo, que aprovechando el tiempo libre que tenía en las sesiones para retratar al rey Alfonso XIII, se escapaba por los alrededores con su coche con el que logró subir al Alto del León, en Guadarrama. Donde, como en las cocheras de Moià, también hizo fotos que luego utilizó para pintar el óleo La dama del visó. Una obra que le sirvió de modelo, a partir de junio de 1904, para ilustrar la primera emisión de las acciones de la Hispano-Suiza en las que se veía una mujer envuelta en un abrigo de visón con el morro del coche de fondo. Porque Casas pintaba, con frecuencia, escenas que él había vivido en sus viajes, como el que hizo con motivo de la Exposición Universal de París en 1900 donde estuvo una temporada, lo suficiente para comentar en sus cartas las prisas de los últimos días. Y criticar, también, la fealdad de la Puerta Monumental de la exposición, apodada Binet, nombre que se le dio en honor al arquitecto francés René Binet, su autor.


Fue en un viaje a París, en marzo de 1906, cuando en una parada obligatoria del camino en las cocheras de Moià, el pintor Ramon Casas hizo una fotografía: viejos carruajes tirados por caballos en un cochambroso cobertizo. La imagen fue la que luego le sirvió para hacer un gran lienzo: a un lado del cobertizo reflejó aquellos caballos y los carruajes con unas personas de pie que representaban la sociedad más tradicional —una mujer con ropajes hasta los pies y pañuelo a la cabeza, un cura, un mozo y un ¡mosso d’esquadra!— y al otro lado, un flamante coche —un Delaunay-Belleville— bajo el mismo techado con una luz que inunda el fondo de la escena. La cotxera es el nombre de ese lienzo que representa la modernidad y lo antiguo, dos mundos con los que convivió el artista, uno de los grandes del modernismo,

Tamara Tamaral
31-05-2018

Bibliografia : ForoXerbar 

domingo, 22 de abril de 2018

ANTES DEL BAÑO RAMÓN CASAS

ANTES DEL BAÑO 1894
Abans del bany.jpg
Antes del baño
óleo sobre lienzo 72,5 x 60 cm
Museo de Montserrat , Monasterio de Montserrat







La delicadeza con la que Casas representa determinadas obras de carácter intimista, habituales en su obra a partir de 1893, se pone de manifiesto especialmente en las escenas de toilette. No se trataba de un tema innovador, ya que algunos pintores franceses, como por ejemplo, Degas, habían representado este tema de manera insuperable. 


La visión de Casas era menos atrevida y menos sensual que la de los otros pintores coetáneos, quizá porque el artista conocía sus limitaciones que, por razones de orden moral, imponía el mercado artístico catalán. Así pues, Casas adoptó una visión más idealizada de la realidad, intentando potenciar la belleza de las escenas más anodinas de la vida cotidiana. 


En este sentido, no hay duda que obras como la que nos ocupa muestran su capacidad para envolver la realidad de un halo misterioso  a partir de una atmósfera que rodea e integra todos los elementos diferentes de la escena. Así mismo, la atractiva figura de la mujer desvistiéndose adquiere una dimensión especial no solamente por el blanco intenso de su ropa sino también por la aureóla de luz que entra tamizada a través de la persiana y que envuelve el rostro y su cabello.

Tamara Tamaral
22-04-2018

Bibliografia : Wikipedia

viernes, 9 de marzo de 2018

SUPUESTO AUTORRETRATO EL GRECO

SUPUESTO AUTORRETRATO EL GRECO 1595 -1600* 


Supuesto autorretratoóleo sobre lienzo 52,6 x 46,7 cm
Museo de Nueva York. The Metropolitan Museum




 Tras formar parte en el pasado de las colecciones madrileñas, este extraordinario cuadro pasó a su sede actual como legado de Joseph Pullitzer . La firma apócrifa fue borrada en 1947 con ocasión de una restauración . Tradicionalmente considerado como un autorretrato del pintor Es uno de los retratos más incisivos que se conservan del artista.


 El hombre viste un elegante abrigo con forro de piel , que hace pensar en la vida ahora lujosa del pintor .  El rostro posee gran interés por los rasgos marcados  ,vivaces y extremadamente expresivos Una mirada curiosa , sorprendida, divertida que revela todo su interés por la vida y el orgullo de su profesión  a los sesenta años . Diáfano y flaco, con grandes orejas y labios ligeramente violáceos , el rostro aparece fuertemente iluminado por una fuente de luz externa que se refleja en el cuello de la piel 



Tamara Tamaral
9-03-2018


Bibliografia : " El Greco " Edit Biblioteca El Mundo


martes, 9 de enero de 2018

SAN JUAN ANTE LO MISTERIOS DE APOCALIPSIS EL GRECO

SAN JUAN ANTE LOS MISTERIOS DE APOCALIPSIS

San Juan ante los misterios del Apocalipsis
óleo sobre lienzo 222x 128 cm
Metropolitan Museum de Nueva York

Como la mayoria de las pinturas de El Greco , en esta escena nos ofrece una visión sobrecogedora del Apocalipsis. Es la última gran obra del artista y se halla inacabado .

Emociona pensar que la muerte interrumpiera esta pintura que expresa la personal visión de un hombre respecto al destino ultraterreno que le está reservado . En ella aparece San Juan , a la izquierda, anonadado por la visión que se le ofrece: el premio a los bienaventurados cuyo símbolo son los mantos que los ángeles hacen descender sobre las almas desnudas .

Los diversos personajes en actitudes variadas de contrapposto ,se presentan ante el santo son, en realidad, representación de entes inmateriales, que en  el Greco, se ofrecen con la visión de unos conocimientos de anatomía humana que se antojan remotos , casi olvidados .

Posiblemente, El Greco se sentiría tal vez en otro mundo- el mundo de los justos-al concebir y comentar esta obra, cuyo inmediato precedente compositivo es el Laoconte . Las masas de color , las luces y las sombras se funden de manera tan fluida que el medio en que acoge a todos estos personajes constituye una visión en si mismo.

La monumental efigie de San Juan, paralizada en un gesto patético, centra la atención del espectador , que debe declararse incapaz de distinguir en el lienzo la sucesión de planos en el espacio a la que le han habituado las normas pictóricas.


Tamara Tamaral
9-01-2018

Bibliografia : El Greco, Edit Biblioteca El Mundo


sábado, 6 de enero de 2018

EL PRINCIPE BALTASAR CARLOS CON SU ENANO DIEGO RODRIGUEZ DE VELÁZQUEZ

EL PRINCIPE BALTASAR CARLOS CON SU ENANO
El principe Baltasar Carlos con su enano
óleo sobre lienzo 128x 102 cm
Boston, Museum of Fine Arts



Aunque la obra se consideraba en el siglo XIX como un retrato del príncipe de Parma atribuido a Caravaggio , no hay duda acerca de la identificación de su autor y del tema . Se trata de la primera representación por Diego de Velázquez del infante Baltasar Carlos . Este nació el 17 de octubre de 1629, cuando el pintor se hallaba en Italia . Hubo que esperar el retorno del artista , a principios del año 1631, para que se pudiera pintar el retrato del heredero de la corona española.


El cuadro de Boston tiene una importante dimensión dinástica. Baltasar Carlos está representado visto desde arriba , sobre un pequeño estrado cubierto con una alfombra , anunciando los futuros retratos de Margarita y de Felipe Próspero . Una pesada cortina forma un dosel mientras su sombrero descansa sobre un cojín , a imagen de las mesas de mantel rojo que figuraban en los retratos de Felipe IV . Erguido el joven príncipe viste ropa de gala , ricamente bordada , con un cuello de peto de armadura , y luce una banda de seda rosa que evoca el uniforme de un jefe guerrero . El bastón de mando que empuña y la espada que lleva al cinto  insisten en ese carácter militar. La mano posada sobre la empuñadura del arma, es , además, una convención del retrato real , que simboliza el deber de protección del monarca hacía su reino. 

En contraste con el hieratismo de la pose del príncipe , el segundo personaje de la composición , un enano de la corte , vestido como un niño de corta edad , capturado en pleno movimiento , se dispone a  salir del campo de la representación en el sentido pictórico y teatral . Se lleva consigo un sonajero y una manzana  , atribuidos de la infancia que desaparece , pero también  una evocación de las enseñanzas reales del cetro y del orbe, que a partir de ese momento deben dar paso a la realidad del ejercicio de las responsabilidades.


Tamara Tamaral
6-01-2018

Bibliografia : Velázquez, Edit Biblioteca el Mundo